Infectados : ENTRADA 3 | Recopilatorioss

Infectados : ENTRADA 3

Posted by Anónimo On 26 sept 2011 0 comentarios


ENTRADA 3: Caminos alternativos. El avión.



En una de las céntricas calles de Benidorm una Renault Kangoo espera a que el semáforo se ponga en verde, la música suena dentro y un hombre joven piensa la dirección más corta para llegar al bar donde tiene que hacer su próximo reparto. De pronto, el sonido de la radio local empezó a ser ahogado por el de un avión que se aproximaba a toda velocidad -Joder, ese trasto vuela demasiado bajo, pensó Raúl.


En pocos segundos se volvió insoportable y el joven pensó que le iba a estallar la cabeza, alzó la mirada y vio perplejo como la panza blanca del aparato le sobrevolaba y pasaba de largo. Cinco segundos después vio como se estrellaba contra un edificio cuatro manzanas más allá. Confuso y nervioso, llamó a emergencias y aceleró en dirección al lugar del accidente.


Dejó la kangoo aparcada encima de la acera a una distancia prudencial. La visión era sobrecogedora, medio avión colgaba de la planta treinta o trentaitantas. Las lenguas de fuego trepaban por la fachada y salían por las ventanas cercanas al lugar del impacto, gritos de desesperación, curiosos aproximándose, sirenas de fondo…de pronto sintió un profundo picor en los ojos, algo le abrasaba las vías respiratorias.

– Es el humo –pensó - Este olor agrio va a acabar conmigo.

Y tosiendo se volvió al interior de la kangoo mientras por la esquina aparecía la primera de las patrullas a toda velocidad.


En pocos segundos, la columna de humo negro sirvió de foco de atención a los centenares de personas que se acercaban al lugar, o se asomaban por ventanas y balcones.


Los agentes avisaron por radio, debía ser el procedimiento habitual, rápidamente comenzaron a alejar a los curiosos mientras los policías de la segunda patrulla entraban por el hall para comenzar a evacuar a los ocupantes del hotel. Había gente bajando por las escaleras a toda velocidad, gritos de terror, aullidos… varias personas irrumpieron en la planta baja procedentes de los pisos superiores, perseguidas por varios individuos que gritaban como animales y atacaban a todo el que se les ponía por delante, como animales rabiosos.


Los policías del segundo coche desenfundaron las armas y apuntaron a los agresores mientras hombres y mujeres escapaban al exterior por las puertas del hotel.


-Deténganse, apártense de esa gente! –Ordenó el policía. Vamooooooos! ¿No me oyen o que?- Tres de los infectados respondieron al estimulo sonoro y corrieron hacia el policía, el agente disparó al primero de los individuos, las balas en el pecho no frenaron al agresor y el agente corrió hacia el exterior presa del asombro y del pánico.


-¡Jose!!! ¡Que coño pasa con estos tíos! ¡Les he disparado y no se mueren! ¡Ayúdame! – Tarde. Una vez fuera, se abalanzaron sobre el policía, mientras el compañero de Jose se retorcía de dolor cosido a mordiscos.

Los demás agentes tirotearon a los infectados y tras varios balazos cayeron desplomados al suelo. Más y más de esas criaturas salían del hotel y pronto había decenas atacando a los policías y los civiles cercanos.


Se produjo una estampida de gente que huía en cualquier dirección que se alejara de esos seres. Desde su Kangoo, Raúl notó que se encontraba cada vez peor, todo eso no podía ser por el humo...-pensó extrañado.

En medio de su particular mal estar, dos individuos comenzaron a aporrear el cristal del copiloto y entre sudores fríos y taquicardias encendió el motor de la furgoneta y salió asustado a toda velocidad.

La visión se le nublaba, recorrió unos cientos de metros, la gente se apartaba como podía de su trayectoria zigzagueante. Los que no se apartaban no se levantaban, o bien el golpe los mataba o la gente los pisoteaba en su huída. El pánico vuelve a las personas muy egoístas, saca lo peor de cada uno y allí se destilaba pánico por cada esquina.


Por todas partes y de todos los comercios y terrazas la gente se asomaba y se preguntaba nerviosa que es lo que había pasado. Una explosión, un ataque terrorista, un accidente de avión. Cada vez eran más y más los curiosos que salían a la calle, los que estaban cerca del lugar del accidente veían como la gente corría para salvar sus vidas y ellos mismos buscaban refugio conforme se acercaban los infectados.

Un grupo de chavales que corría con trastos playeros se puso de nuevo en la trayectoria de la kangoo, que se dirigía directamente hacia los dos que cerraban la marcha.

Uno de ellos se percató de la furgoneta y reaccionando con velocidad cogió a su amigo por el brazo y de un tirón lo hizo entrar en un local para evitar que fuera arrollado.

-Juanky arrimaaa! PAM! Justo a tiempo, la kangoo se estampó contra la esquina del bar taponando la entrada.


-Joder Rafa, si no es por ti nos hace papilla, menudo hijo de puta. -Comentó Juanky entre jadeos y con la mano en el pecho, como contando los latidos de su sobresaltado corazón.

-Oh my god! Are you okay guys? -Preguntó el camarero británico del bar, mientras se acercaba a toda prisa.


-¿Ehh? Ahh... yes yes. -Contestó Juanky con su inglés oxidado, mientras, la gente se acercaba a socorrer al accidentado. El camarero abrió la puerta del copiloto, con cuidado de no cortarse con los cristales rotos, y apoyando una rodilla en el asiento le acercó un brazo para tomarle el pulso.


-This man is alive! Call an ambulance! -Pero a los pocos instantes el corazón del conductor se paró. - Oh no, I think that he is dead- Dijo el camarero al no sentir los latidos.

A los 3 o 4 segundos el corazón comenzó a trabajar de nuevo de forma compulsiva mientras que quién fue Raúl unos instantes atrás mordía con saña la mano del camarero. El hombre retiró el brazo entre gritos de dolor.

El cinturón de seguridad impedía a Raúl seguir a su particular presa y parece que eso lo ponía de mal humor. La escena del infectado atado al asiento del coche y con los ojos inyectados en sangre era sobrecogedora.

-¡Ostia Rafa! ¡Le ha arrancado media mano! ¡Vamos con los demás joder!


-Salta por encima- Contestó su amigo, y diciendo esto los dos chicos subieron por el techo de la kangoo y volvieron a la calle principal.


-Mierda están por todos lados. Corre Juanky, tenemos que volver al piso.


Estaban ya cerca, subían por una calle peatonal ajardinada a ambos lados, con césped, arbolitos y bancos, de las que transitan los turistas para ir y venir a la playa rodeados de un ambiente más agradable. El apartamento quedaba a trescientos metros, doscientos cincuenta, doscientos…


-Dios… hay mas bichos de esos en medio de la calle. -Dijo Juanky casi sin aliento.


- Entremos al pub ese , rápido!.


Los dos chavales entraron al local, estaba bastante lleno porque eran aproximadamente las dos de la tarde y había mucha gente que estaba comiendo minutos atrás y se preguntaba nerviosa que pasaba.

Algunos llamando por teléfono, otros corriendo hacia sus casas, los rumores se extendían, caníbales, gente rabiosa...decían. Un pequeño grupo de infectados se sintió atraído por el bullicio y los curiosos que inundaban la puerta del pub. Fue rápido, imprevisible, comenzaron a correr e irrumpieron como perros salvajes en un corral de ganado.


En pocos segundos se sembró la confusión y el pánico, el camarero y siete chavales afortunados escaparon de la masacre cerrando la puerta de la cocina. Afortunadamente Rafa y Juanky estaban cerca y pudieron entrar con ellos.


-¿Que coño es esa gente? –Preguntó el tío del pub con aspecto de motero americano pálido como un muerto.

- Ni idea, pero se lanzan al cuello de cualquiera que ven. -Respondió Juanky aportando la escasa información que en ese momento disponía.


Tras un rato de preguntas y exclamaciones Juanky y Rafa contaron lo sucedido al resto de supervivientes.


-O sea, que esa gente te muerde y parece ser que te vuelves como ellos. -Resumió uno de los presentes.


-Hay que salir de aquí, la puerta es de madera contrachapada, no durará ni dos minutos si les da por golpearla. -Dijo el tío del pub.


-Nosotros tenemos el apartamento en el edificio Movidick, ese de ahí enfrente. -Añadió Rafa a los otros cinco y al camarero. – Supongo que vosotros podríais refugiaros en el patio mientras pasa todo este jaleo, el jardín tiene una cerca y la puerta del patio es fuerte.


-¿Tienes las llaves ahí? Preguntó uno de los cinco amigos que estaban con Juanky, Rafa y el camarero.


-Sí, no hay problema. -Y antes de terminar la frase dos de ellos se abalanzaron sobre Rafa dándole un puñetazo.


-¡Cogedle las llaves coñooo!!! -Gritó el motero del pub, arrimándose a los que ahora tenían la sartén por el mango.

Juanky y Rafa estaban retenidos a la fuerza mientras los otros chavales buscaban las llaves por sus bolsillos de forma apresurada, palpando la tela esperando escuchar un sonido metálico.

Al encontrar lo que buscaban los derribaron para ganar tiempo y salieron corriendo por la puerta trasera en dirección a su nuevo refugio.


-¡Hijos de puta! –Bramó Juanky lleno de rabia al ver como salían corriendo.


-Mierda estamos jodidos tío.- Dijo Rafa mientras se levantaba dolorido.


-No, aún no, la puerta del parking no estaba cerrada, sólo tenemos que llegar al apartamento antes que ellos. ¡Corre Rafa!


Ocho eran las personas que corrían hacia el Movidick, Juanky y Rafa iban por detrás. Los cinco rufianes y el motero llegaron enseguida y se entretuvieron unos segundos abriendo la puerta de la verja exterior, donde estaban todos los timbres.

Fue suficiente para que unos infectados que los seguían atraparan al motero, los otros cinco continuaron corriendo hacia el patio, ignorando los gritos de su “amigo”.

Dejaron la piscina a su izquierda y corrieron hacia el patio, esas cosas estaban pisándoles los talones. Mientras corrían por su vida, alguien los vigilaba desde la ventana del séptimo piso.


Al abrir la puerta de hierro y vidrio entraron al patio. Corrían tanto que no cerraron ni la puerta, no había tiempo. Uno de los ascensores estaba en la planta baja y se subieron cuatro de ellos.

Error, mientras las puertas se cerraban uno de esos seres rabiosos se metió en el ascensor, impidiendo que se cerraran las puertas. Aquellos cuatro no llegaron a ningún sitio y aquella caja colgante se convirtió en su ataúd.

El quinto de los amigos, optó por otro camino y subía gritando por las escaleras, con una joven ensangrentada pisándole los talones, aullando, apunto de atrapar al exhausto chico. Subía los escalones de dos en dos, de tres en tres… tan rápido como podía. Cuando llegó al sexto piso detectó gente arriba y gritó:


–Los de septimooo ¡ayudaaa!!! ...Jodeeeer me ha cogidooo ayudaaaaaaa ayudaaaaaa!


Dos personas bajaron gritando que aguantara, una enorme con acento andaluz y otro chico moreno en camiseta de tirantes negra. El andaluz acabó con la infectada… pero el recién llegado ya estaba contagiado, aquella loca le había mordido por todas partes antes de morir.

Notaba ese escozor en su cuerpo, el aire le quemaba, el corazón se le aceleraba… cuando llegó al séptimo piso ya no era él y atacó como un animal rabioso al hombre que le había salvado la vida.


Un grupo de chicas y de chicos fueron testigos de la violencia con la que arremetió desde la entrada de sus apartamentos, horrorizados, cerraron las puertas para escapar de la tragedia.


Unos pisos más abajo Juanky y Rafa estaban encerrados en el Focus, el coche nuevo de Juanky desde dónde veían el acceso trasero al Movidick.

Estaban callados, en el silencio más profundo que podían mantener, la respiración acelerada, y el sudor les invadía la frente tras obligada carrera y la tensión de la carrera, adrenalina pura corría por sus venas en ese momento.

Un par de infectados vagaban cerca de la puerta por la que ellos tenían que entrar, y otros más por entre los coches del parking, como si buscaran algo, como si sintieran que podían satisfacer su deseo de carnicería. De algún modo sabían que había algún humano cerca.

Genial, un movimiento en falso y no saldrían nunca de ese Focus negro.

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