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Sin aliento

Posted by Anónimo On 1 sept 2011 0 comentarios


31 de octubre de 1979 , víspera del día de todos difuntos. Como todos los años, Sara se dirigió al cementerio para visitar la lápida de su difunta madre. Era una chica tímida, cuya mirada transmite dolor y sufrimiento, pero sobre todo como una especie de miedo a lo desconocido. Sara estaba destrozada, ya que su vida precisamente no era de color de rosa, su conflictivo padre, que era un alcohólico empedernido y la extraña enfermedad que supuso la muerte de su madre cuando aún era una niña, hicieron de ella una chica solitaria y sin ninguna ilusión en la vida. Sus grandes pasiones, la lectura y la escritura, le ayudaban a sumergirse en un mundo entre lo ficticio y lo real, lleno de una especie de magia y fantasía hipnótica pero a su vez de una rotunda y oscura soledad y tristeza. Todo esto, junto a una muñeca de trapo que le regaló su madre antes de morir, y la compañía de su gato, hacían que Sara tenga una vida más llevadera. Pasaban las horas y empezó a escuchar voces que procedían de algún lugar de la casa. No daba crédito a lo que estaba sucediendo, esas voces le avisaban de un acontecimiento terrible. Sara estaba tremendamente asustada. Se encontraba sola, y las voces eran cada vez mas persistentes. Sólo pensaba una cosa, que todo era producto de su imaginación. Ya tanta era la curiosidad por saber qué se ocultaba en la casa que no esperó mas; y esa misma noche, noche de todos los difuntos, buscó ese lugar de donde procedían aquellas misteriosas voces. Subió por unas escaleras que conducían al desván y revolviendo cajas y más cajas, encontró un antiguo álbum de fotos. Con bastante inquietud Sara abrió aquel libro. Su sorpresa fue aún más grande cuando observó en aquel libro, fotos de ella por todas partes. Eran fotos hechas desde su nacimiento; conforme iba pasando las hojas, más sorprendida estaba. Las fotos que estaban viendo sus propios ojos eran fotos del pasado, pero también del presente; era como si cada momento importante de su vida estuviera contenido en esas fotos. Estaba perpleja y no se explicaba cómo podían estar en ese viejo álbum, fotos realizadas en ese mismo día en el cementerio. Conforme iba pasando las hojas se acercaba las últimas páginas. Con bastante nerviosismo, se dirigió a la penúltima página. Se quedó petrificada al verse en una fotografía de ella misma leyendo el libro en ese mismo instante. Estaba tan asustada que no podía creer lo que sus ojos veían. El reloj empezó a sonar, anunciando las campanadas de las doce de la noche. De repente, en la última campanada se escucha un chasquido en el fondo del pasillo. Sara se quedó en silencio, y muy asustada observó cómo la ventana del desván se abría por la fuerza del viento. De repente se apagaron las luces de la casa. El viento rugía sin cesar, y una voz que procedía del pasillo decía así: “Sara... Sara...” Era una voz profunda y tenebrosa, como si fuera de ultratumba. Asustada, encendió la luz y empezó a escuchar otra vez esa voz en el pasillo. Como si estuviera hipnotizada, se dirigió al pasillo, y de repente otra vez la luz volvió a apagarse. Las puertas se abrían y cerraban continuamente, era una situación realmente escalofriante. La luz no respondía, por lo que fue a encender una vela y su sorpresa fue aún mayor cuando al prenderla encontró al final del pasillo a un individuo encapuchado frente a ella: ¿Quién eres? ¿Qué quieres? Exclamó Sara. De repente aquel individuo encapuchado se levanta la capucha y avanza hacia Sara… ¡No puede ser! Grita ella. Era imposible lo que veían sus ojos. Su rostro quedo desencajado tras verse reflejada en la cara de aquel individuo. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo de arriba abajo. En un momento empezó a aparecer una niebla que se va espesando poco a poco. ¡Nooooooo...! Sara cayó desvanecida al suelo. A la mañana siguiente, la alarma saltó en el pueblo al encontrar un cuerpo hallado sin vida en las vías del tren, y junto a ella un álUna ráfaga de viento abrió con furia el álbum, hasta quedar la última página al descubierto, donde había una foto de ese mismo instante en la que ponía: “1 de noviembre de 1952 día de todos los santos. Atrapada en un mundo paralelo”. El cuerpo hallado era el de Sara Kelles. Las autoridades se quedaron impactadas ya que que la joven que habían encontrado había muerto en extrañas circunstancias 27 años atrás, según la documentación policial.

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