En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a una institución mental o casa en medio del camino donde puedas ir por ti mismo. Ve de forma enfurecida al escritorio principal con una mirada de ira en tu rostro, y demanda en ver a quien se hace llamar “The Holder of Peace” inmediatamente. El asistente retrocederá, y te pedirá que hables suavemente. No complazcas su pedido; por si acaso- habla fuerte- Porque la ira es lo único que mantiene las cadenas cerradas de lo que esta tras el escritorio.
Mantén la ira en tu voz- el asistente se agachara bajo el escritorio y apuntara con un tembladizo dedo hacia un pasillo a la derecha que antes no estaba ahí. Inmediatamente gírate y avanza hacia el pasillo. No mires tras tu hombro, ya que si el asistente se da cuenta – y lo hará- casualmente se apoyara en la puerta y la cerrara con llave.
Camina hasta que encuentras una puerta con un diseño de una madre perla. Ábrela de golpe, pero quita todo el odio de tu cara inmediatamente- quienes están dentro no apreciaran tal ira.
Con una mirada pacifica en tu rostro, entra. Estas en un pacifico templo abierto, con hiedra rizando los pilares de mármol y hermosos mosaicos adornando las paredes. La puerta se cerrara tras de ti. No intentes abrirla, porque nunca lo haras, y los monjes en trajes café te verán intentar escapar y harán lo que sea para que te quedes- incluso si eso significa tu muerte.
Da un paseo. No importa que lenguaje hables, los monjes también lo hablaran. Son amistosos, y todos ellos estarán encantados de conversar, pero recházalos educadamente. Diles que debes hablar con la Cabeza de la Orden.
Eventualmente serás llevado a un hombre sentado frente a un tablero de ajedrez- el abad del templo. La figura estará encapuchada y llevara una armadura puesta. No intentes hablarle, o tu muerte será peor que cualquier visión del infierno que puedas concebir. En vez de eso, voltéate hacia el hombre con la familiar túnica café. El juego esta a un movimiento del jaque mate.
Inclinate, y pregunta agradablemente “Porque ellos los recogen, Padre?”
Abrira su boca como si fuera a hablar. Pero la figura tras el soltara un aullido de odio y desenvainara una espada. Esta bellamente adornada, pero parece de alguna manera forjada con un odio impensable. Con un grito, la figura te arrojara de una patada y comenzara sistemáticamente a asesinar a los otros monjes. Ellos trataran de luchar devuelta, pero solo tienen bastones, y la espada que el demente esgrime es tan afilada que corta los pilares como un cuchillo por la mantequilla.
Mientras miras esto, el abad hará su movimiento final en el juego. El hombre de la armadura dejara lo que hacia, y entonces correrá hacia ti con su espada al frente.
Si fuiste descortes o hiciste algo mal, serás rajado a un nivel atomico por el filo de la espada, y el dolor nunca cesara. Como sea, si fuiste educado, el abad se parara frente a ti y atascara al rey negro en el ojo derecho del guerrero.
No le muestres atención o simpatía mientras cae al suelo, gritando, o el abad se girara y hará lo mismo contigo con el rey blanco. En vez de eso, focalízate en el abad, quien ahora se ha dado vuelta para verte.
El te dirá porque los reúnen. Es una larga historia, tan cargada con sangre y horro que podría muy bien chasquear tu mente. Pero si sobrevives a su historia, llegara a la mesa de ajedrez y te pasara una vaina ricamente enjoyada y fundida en oro. Aunque nunca la hayas visto. Instintivamente sabras que pertenece a la espada del guerrero que viste antes. No dudes- tomala, camina, toma la espada del demente, envainala, y escóndela. Enganchala si puedes- la necesitaras.
Muevete como si te fueras, pero antes de irte, el buen padre te detendrá y te hará un gesto hacia la ahora desencapuchada cara del guerrero. El era bien parecido, pero no le prestes atención a eso. La única cosa en la que debes concentrarte es en el hecho de que el rey negro se ha ido. Mira hacia el abad, quen se inclinara y dirá una sola palabra; “Regicida”
Un rayo de luz te cegara, y cuando tu vista regrese estarás parado a dos cuadras del asilo. Retrocede hacia la acera, no querrás sufrir un accidente.
La espada que ahora llevas una vez perteneció al rey blanco, y es el Objeto numero 45 de 538. El rey negro huye de la escena de su asesinato, y la espada del rey blanco busca su venganza
0 comentarios:
Publicar un comentario
Opina Sobreviviente